Esta semana me gustaría hablar sobre la corrección. Puede que, a simple vista, no tenga que ver con el mundo de la traducción, pero es uno de los pasos clave para una publicación de calidad.
Actualmente, en el proceso de corrección y revisión de mi primer trabajo de nivel público, me he dado cuenta de que corregir un texto entraña un trabajo lingüístico fascinante: recorta para decir lo mismo en pocas palabras, busca sinónimos, retuerce la oración... Ese trabajo, aparentemente sencillo puesto que es "en mi lengua nativa", es un baile lleno de palabras y tienes que emparejarlas para que el resultado sea una coreografía perfecta, ágil y delicada. Gracias a este proyecto, he descubierto mi pasión por llenar de detalles la escultura de arcilla que un escritor ha creado previamente.
Para aquellas personas que no véis en el camino de la traducción una luz al final del túnel, dejo caer que la revisión es una buena opción. Y para aquellas que no tienen nada que ver con el mundillo de los idiomas, el mensaje es: aunque un libro esté escrito de modo ágil y cercano, detrás de esa edición hay mucho más que escribir y pasar el corrector: hay un profesional de los idiomas amante de los detalles y de "las cosas bien dichas".