martes, 9 de julio de 2013

Traducción buena contra traducción rápida en literatura

Esta entrada va dedicada a cómo distinguir entre una traducción de buena calidad y otra de calidad deficiente.

En mi humilde opinión, el secreto está en algo que es una paradoja en sí misma: que no parezca una traducción. El/la lector/a tiene que leer el texto escrito y no darse cuenta de que se escribió previamente en otro idioma. Un ojo experto como el de un/a traductor/a puede localizar detalles que pueden revelarnos el idioma de origen, pero si pasan desapercibidos es que se ha realizado un buen trabajo. Soy consciente de que hoy en día todo se rige por la velocidad y el resultado a muy corto plazo, pero como profesionales debemos dedicar tiempo a mimar nuestro producto para que tenga la calidad que los/as clientes/as merecen.

Me he encontrado en ocasiones que, disfrutando de un libro, me topo con palabras que se repiten hasta 5 veces en un párrafo (porque en inglés sólo existe una para designar un objeto), estructuras de oraciones antinaturales para el español o falsos amigos. Esos errores de traducción rompen el ritmo de lectura y minan la calidad de la historia. En cambio, en no pocas veces he leído una novela tan bien traducida que me había dado la sensación de que el/la autor/a había escrito en mi lengua.

Por eso, para las personas que se atrevan con la literatura, aconsejo tener en cuenta dedicar un tiempo a repasar la traducción tras terminarla para corregir esos fallos que, aunque no lo parezca, dicen mucho de nuestra metodología de trabajo.