Normalmente, cuando aceptamos un encargo de traducción y/o corrección, a la hora de establecer un plazo deberíamos tener en cuenta un paso que puede marcar la diferencia entre una traducción mediocre de una de buena calidad: el tiempo de reposo antes de la revisión.
Y es que dejar a un lado el texto durante un tiempo determinado nos da la objetividad necesaria para cuando retomamos el trabajo. En cuanto terminamos la traducción o la correción, podemos caer en la tentación de revisarlo al momento para quitárnoslo de encima. Pero si no nos damos tiempo para olvidarnos de él lo suficiente como para que, en el momento en que lo revisamos, nos sea completamente nuevo y, de este modo, pulir aquellas imperfecciones que nos hemos dejado por el camino, podría ser que nuestro producto no tuviera la calidad que deseamos presentar ante nuestro/a cliente/a.
Se suelen aconsejar 24 horas de reposo para que la mente desconecte del texto, pero en mi opinión el mejor tiempo son 48 horas. Sin embargo, esto depende de la persona y del tiempo que se tenga antes de la entrega.