martes, 26 de febrero de 2013

En la variedad está el gusto

Me gustaría tratar esta semana sobre la variedad de encargos que puede recibir un/a traductor/a.

Desde que empecé con una traducción para uso personal de un libro de Reiki, he llevado a cabo pruebas de traducción de todo tipo de textos: artículos de moda, manuales de instrucciones, textos médicos y un largo etcétera; hasta me he atrevido, por cuestiones laborales, a traducir textos jurídicos de carácter comercial (no entraba en la competencia de los traductores jurados, cuyos trabajos requieren un certificado). De todo este abanico de pequeñas oportunidades, pude descubrir qué tipo de textos son mis puntos fuertes

Por este motivo, animo a los/as iniciados/as en este mundo que no se cierren a aceptar un trabajo sólo porque no sea el 100% de la temática para la cual se han entrenado. Nunca se sabe qué depara la vida. Sobra decir que, en el caso de que veáis muy claro que seríais incapaces de traducir un texto, siempre podéis recomendar a un/a colega que sí pueda.

miércoles, 13 de febrero de 2013

El cobro por adelantado: el seguro contra todo timo

Me gustaría dedicar esta entrada a un tema que podría traer de cabeza a futuras promesas de la traducción: ¿Debería cobrar por adelantado un encargo?


Aunque al principio puede parecer avaricia, en verdad es una forma de asegurarte de que tu trabajo se verá recompensado como creas que se merece. Se puede pedir desde el 10% al 50% del importe total; de este modo, la persona que realiza el encargo se asegura de que el/la traductor/a terminará el trabajo y el/la profesional tendrá, como mínimo, un poco del total en el bolsillo por si el trabajo no llega a buen puerto.



Puede parecer, sobre todo a los/las novicios/as, que cobrar un porcentaje por un trabajo que se ha realizado todavía es digno de la medalla a la desconfianza, pero por propia experiencia aconsejo que lo hagáis. Os ahorraréis un disgusto si resulta que el/la cliente/a no quiere pagar finalmente.